Aunque los principales factores de riesgo, por supuesto, son una dieta mala, diferente función del metabolismo, y la falta de ejercicio, los investigadores encontraron que dormir cierto número de horas repercute en el desarrollo de la obesidad.
"Los resultados sugieren que el sueño corto ofrece un ambiente más conducente a la expresión de los genes vinculados a la obesidad. O podría ser que el sueño prolongado tiene un efecto protector al suprimir la expresión de los genes vinculados a la obesidad", afirmó Watson.
A su vez, también indicó que para una persona con predisposición a la obesidad, entre más duerme, menos importante se vuelve la genética en la determinación de su peso corporal.
Tras estas pruebas, los científicos estadounidenses indicaron que “al contrario de lo que se ha pensado durante mucho tiempo, dormir mucho parece ser una buena forma de proteger a la gente que tiene predisposición genética a la obesidad”.
Investigaciones realizadas anteriormente ya habían mostrado la importancia del sueño en los procesos biológicos y el riesgo de enfermedades como diabetes tipo II y obesidad. No obstante, las investigaciones se habían centrado en el impacto que tiene en una persona dormir poco o dormir con interrupciones.
Lo que diferenció esta investigación de las anteriores es que se reveló que hay factores mucho más complejos entre el sueño y los mecanismos biológicos que conducen a la obesidad, además de la reparación celular de los tejidos, la consolidación de tu memoria y la liberación de hormonas.
Según el doctor Watson, los ajetreados estilos de vida modernos sin duda han contribuido a la epidemia de obesidad en el mundo, pues “la sociedad moderna con su tecnología omnipresente a menudo puede causar un desajuste entre la necesidad de sueño y la realización del mismo”.