Eso sí, sigue siendo necesario que estime la cantidad de hidratos de carbono que va a ingerir con las comidas para indicárselo a la bomba y que esta compense esa ingesta, igual que tienen que hacer ahora con los pinchazos.
Pero el que la bomba pueda funcionar en automático es un enorme avance. Además, según el fabricante, el algoritmo que gobierna su funcionamiento va aprendiendo cosas acerca del usuario con el tiempo, lo que le permite hacer ajustes mucho más finos que el habitual "si tiene tanto azúcar de más, hay que inyectar tal cantidad de insulina".
Los pacientes que han participado en el estudio clínico previo a su aprobación por parte de la autoridad sanitaria de EE UU (FDA) han conseguido bajar su nivel de A1C (hemoglobina glucosilada), un indicador a largo plazo del nivel de azúcar en sangre, y han conseguido reducir en un 44 por ciento y en un 11 por ciento el tiempo que pasan con niveles bajos y altos de azúcar respectivamente frente a los valores obtenidos cuando se controlaban el nivel de azúcar en modo manual.
No es la solución definitiva, ya que el sensor hay que cambiarlo cada semana y hay que hacer calibraciones periódicas, aunque el tubo mediante el que la bomba inyecta la insulina puede quedarse puesto entre dos y tres años; la bomba es además sumergible, con lo que llevarla siempre puesta, aunque no deje de ser un engorro, es más llevadero.
El MiniMed 670G ha sido aprobado para pacientes mayores de 14 años, aunque está en marcha un estudio para determinar su posible uso por parte de niños de 6 años de edad en adelante.
Fuente: tecnologia.elpais.com
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