La
eficacia de la erradicación de la diabetes tipo 2 con cirugía
bariátrica es superior a la asociada con cualquier intervención en el
estilo de vida –por ejemplo, el ejercicio y la dieta– o cualquier
tratamiento farmacológico, además de que reduce el riesgo de depresión y
de enfermedad cardiovascular en la población con obesidad, disminución
que se eleva hasta un 70% en el caso del infarto de miocardio en los
obesos mórbidos.
De
hecho, como muestra un estudio dirigido por investigadores de la
Universidad de Washington en Seattle (EE.UU.) la técnica de cirugía
bariátrica conocida como ‘bypass gástrico en Y de Roux’ es la medida más
eficaz para revertir la diabetes tipo 2 en personas con todos los
grados de obesidad, esto es, con un índice de masa corporal (IMC) entre 30 y 45 kg/m2.
Como explica David E. Cummings, director de esta investigación publicada en la revista «Diabetologia»,
«comparado frente a los estilos de vida más intensos y rigurosos y
todos los tratamientos farmacológicos evaluados en ensayos clínicos con
cirugía, el bypass gástrico en Y de Roux (BGYR) induce la mayor remisión
de la diabetes tipo 2 en pacientes con obesidad».
Tal es así que, destacan los autores, «a
partir de ahora no debería ser apropiado considerar la cirugía
bariátrica en un individuo en función únicamente de su IMC, sino también
de si tiene diabetes».
Prospectivo, que no observacional
La mayoría de los estudios llevados a
cabo para evaluar el efecto de la cirugía bariátrica en la población con
obesidad mórbida –es decir, con un IMC mayor de 40 m/kg2– han
constatado los grandes beneficios asociados a la intervención. Es el
caso, entre otros, de una reducción del 92% de la tasa de muertes
asociadas a la diabetes. Sin embargo, la mayoría de estos estudios,
cuando no todos, han sido de carácter observacional. Es decir, basan sus
resultados en los logros alcanzados por, por un lado, la cirugía
bariátrica y, por otro, los estilos de vida o los tratamientos
farmacológicos, sin haber nunca confrontado los procedimientos entre sí.
Como refieren los autores, «partiendo de
los datos de los estudios observacionales no se puede establecer con
precisión el efecto de la cirugía bariátrica. Hacen falta ensayos aleatorizados controlados que comparen directamente la cirugía con las intervenciones no quirúrgicas».
De ahí la importancia de este nuevo estudio, llevado a cabo con 43 voluntarios, de los cuales 11 se retiraron antes de recibir cualquier intervención. En total 32
personas con edades comprendidas entre los 25 y los 64 años, diabetes
tipo 2 y obesidad que, según un criterio aleatorio, fueron seleccionados
para someterse a un BGYR –15 participantes– o seguir un estilo de vida
‘saludable’ consistente en un mínimo de 45 minutos diarios de ejercicio
aeróbico 5 días a la semana y una dieta baja en azúcares combinados con
tratamiento farmacológico para la diabetes –17 participantes y fueron
seguidos durante un año.
Las características de los participantes
de ambos grupos en el momento de inicio del estudio eran similares,
siendo la única diferencia el mayor tiempo promedio de evolución de la
diabetes de los incluidos en el grupo del BGYR –11,4 años frente a 6,8
años.
Más allá de la pérdida de peso
Concluidos los 12 meses de seguimiento del estudio, y si bien la capacidad aeróbica fue mayor en el grupo de estilo de vida/tratamiento farmacológico –mejora de un 22 ± 11% del VO2 máx (p <0,0001) de esta capacidad aeróbica que, como era de esperar, no se modificó en el grupo del BGYR–, la pérdida de peso resultó significativamente superior en el grupo de la cirugía –un 25,8% ± 14,5% de reducción de peso frente a un 6,4% ± 5,8%– (p <0,001). Y lo que es más importante, la
tasa de participantes en los que se revirtió la diabetes tipo 2, de
solo un 5,9% en el grupo no quirúrgico, se elevó hasta un 60% en los
participantes sometidos al BGYR (p = 0,002).
La disminución de HbA1c después de 1 año fue aunque modesta, fue mayor en el grupo quirúrgico,
pasando respectivamente de 7,7 ± 1,0% (60,7 mmol / mol) a 6,4 ± 1,6%
(46,4 mmol / mol) contra 7,3 ± 0,9% (56,3 mmol / mol) a 6.9 ± 1,3% (51,9 mmol / mol), (p = 0,04); Sin embargo, esta caída se produjo con un número significativamente menor o incluso sin medicamentos antidiabéticos en el grupo operado. No se presentaron complicaciones potencialmente mortales.
En definitiva, concluye David Cummings,
«nuestros resultados, aplicables tanto a los pacientes con un IMC de
30-35 kg/m2 como a aquellos con obesidad mórbida, muestra que ni el IMC
basal ni la pérdida de peso predicen la remisión de la diabetes tras un
BGYR. Y es que la diabetes parece mejorar por mecanismos que van más
allá de la mera reducción del peso. Por tanto, nuestros hallazgos
cuestionan seriamente la actual consideración de los puntos de corte
estrictos del IMC como criterio principal para la indicación de la
cirugía bariátrica en los pacientes con diabetes tipo 2Fuente: medicinapreventiva.info
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