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lunes, 3 de abril de 2017

El descubrimiento de la insulina



Hoy día conmemoramos el nacimiento del tenaz cirujano, que logró que desde el 1922 la diabetes no represente una enfermedad temida y  que tristemente provocó la muerte de muchos.  En el 1922 el Dr. Frederick Banting descubrió ese liquido cristalino (insulina) que a diario salva y protege la vida de millones. ¡Qué mejor razón para que sea este día el Día Mundial de la Diabetes!
Muchas personas dirán que no hay nada que celebrar, que vivir con diabetes es lo peor que les pudo haber pasado pero, ¿será peor que morir? Sabemos que si controlamos la  diabetes, se puede tener una vida extensa, llena de salud y PLENA.
Antes de este gran descubrimiento, las personas diagnosticadas con diabetes seguían un tratamiento con dietas muy estrictas donde se limitaba el consumo de azúcar a cantidades mínimas. Este tratamiento podría ofrecerle al paciente, como mucho un año adicional de vida, pero no sobrevivían mucho más tiempo.
La diabetes mellitus era ya conocida antes de la era cristiana. Los chinos advertían en sus escritos de la existencia de una "orina dulce" que atraía a las moscas.
En el papiro de Ebers descubierto en Egipto, correspondiente al siglo XVI antes de Cristo, ya se describen síntomas que parecen corresponder a la diabetes. Fue Areteo de Capadocia quien, en el siglo II de la era cristiana, le dio a esta afección el nombre de diabetes, que significa sifón en griego, en alusión a uno de sus signos más llamativos: la rapidez con que los afectados orinan lo que beben, sin que el líquido permanezca mucho tiempo en su organismo. En la misma época Galeno también se refirió a la diabetes.
En los periodos posteriores los escritos médicos no hacen referencias a esta condición, hasta que, en el siglo XI, Avicena habla de ella con clara precisión en su famoso Canon de la Medicina.
Tras un largo intervalo fue Tomás Willis quien, en 1679, hizo una descripción magistral de la diabetes, quedando desde entonces reconocida por su sintomatología como entidad clínica. Fue él quien, refiriéndose al sabor dulce de la orina, le dio el nombre de diabetes mellitus (sabor a miel).
En 1775 Dopson identificó la presencia de glucosa en la orina y el inglés Rollo consiguió mejorías notables con un régimen rico en proteínas y grasas y limitado en hidratos de carbono.
Comparto con ustedes una cronología del descubrimiento al cual le debemos la vida de nuestros seres queridos que viven con diabetes:
El Dr. Banting y Charles Best, un estudiante de medicina, comienzan a hacer experimentos en perros y removieron el páncreas de uno de ellos. El resultado de este experimento fue un aumento en el nivel de azúcar del perro, con mucha sed, orinando con frecuencia y luciendo muy débil (¿que familiar no?). El perro había desarrollado diabetes.
El Dr. Banting logró extraer una sustancia de los islotes de Langerhans, a la cual llamaron "isletin". Este fue inyectado al perro con diabetes y su nivel de glucosa bajó, se veía más sano y estaba más fuerte. El Dr. Banting continuó este tratamiento por varios días y notó que el perro estaba libre de síntomas de diabetes.
Estas investigaciones del Dr. Banting estaban siendo financiadas por el profesor John Macleod de la Universidad de Toronto, quien fue una figura destacada en el estudio de la diabetes en Canadá. Una vez se empezaron a ver que los resultados eran tan favorables,  el profesor Macleod les otorgó más fondos y los trasladó a un laboratorio con mejores condiciones de trabajo. También sugirió cambiar el nombre de "isletin" a "insulina".
A finales de 1921, el bioquímico Bertram Collip, se unió al equipo y comienza a purificar la insulina buscando crear una insulina segura para el uso en los seres humanos. 
La primera persona tratada con insulina exógena fue un joven de 14 años llamado Leonard Thomson el 22 de enero de 1922. Leonard, que se encontraba hospitalizado y moribundo, se recuperó rápidamente con las inyecciones de insulina. Él fue el primero de decenas, luego cientos, miles y millones de personas que se han beneficiado con este tratamiento.
Dado este gran descubrimiento, el tratamiento de la diabetes utilizando la insulina se conoció en muchos lugares y las noticias llegaron hasta Estocolmo, Suecia donde en 1923 el Comité Nobel decidió otorgarle al Dr. Banting y el profesor Macleod, el Premio Nobel en Fisiología o Medicina.
Tan pronto como 1923, la farmacéutica Eli Lilly ya estaba produciendo suficiente insulina para suplir a todo Norte América. 



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